Crítica | Enemigo de Todos

Cinépolis Distribución, 2017

Cinépolis Distribución, 2017

Una de las pocas cosas “positivas” que una crisis puede traer como consecuencia son las historias de quienes la viven. Ese es el caso de Enemigo de Todos, cinta dirigida por David Mackenzie y que forma parte de la lista de contendientes por los premios Oscar de este año.

En ella conocemos a Toby (Chris Pine) y a Tanner Howard (Ben Foster), dos hermanos que recorren Texas con el objetivo de asaltar los bancos de varias pequeñas localidades. A través de un elaborado plan, buscan reunir el dinero necesario para evitar perder las tierras que en poco tiempo les dará riqueza.

Tras ellos se encuentran dos Texas Ranger, el experimentado (y a punto del retiro) Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su compañero Alberto (Gil Birmingham).

Ante ellos no sólo se extiende el desierto del sur estadounidense, también están las huellas de una de las crisis económicas más severas que ha vivido ese país y que dejado en la calle a miles de personas.

En cierta escena de este western contemporáneo, el personaje de Chris Pine expresa con evidente amargura: la pobreza es como una enfermedad.  Él, al igual que muchos otros, sufre de un mal ocasionado por la avaricia de unos cuantos.

Para Toby, la única forma de darle una mejor vida a sus hijos es desquitándose de quienes podrían dejarlos en la ruina, aunque para ello deba enfrentarse a las autoridades.

Y es aquí donde los espectadores deben elegir a que bandido apoyar: a los bancos que a pesar de lo cuestionable de sus actos, tienen a la ley de su parte o a aquellos que sólo buscan una segunda oportunidad. ¿Quién es el malo?

En Toby vemos la decisión de seguir adelante con su plan, pese a saber que sus acciones no son honestas. Pero quienes lo pusieron en este dilema tampoco fueron honestos. ¿Cómo juzgarlo? (en especial cuando nosotros – público mexicano – llevamos a cuesta una crisis económica tras otra).

El anterior no es el único tema en Enemigo de todos. El otro hermano, el interpretado por Ben Foster, se nos presenta como un delincuente en toda la extensión de la palabra. Recién salido de la cárcel, ayuda a su hermano menor en esta tarea, ¿por fidelidad?, ¿cómo un acto de redención?, ¿cómo mero divertimento?

También tenemos al Texas Ranger, el de Jeff Bridges, ese hombre astuto que no desea dejar la tarea para la que se sabe competente: cazar delincuentes (y si, fastidiar “amigablemente” a su compañero con chistes racistas – de los que uno también se ríe).

Pero esta cinta va más allá. A través de estos hombres se nos ofrece un retrato de la Texas profunda, aquella en la que sus habitantes van cargando un arma cual accesorio cualquiera. Esos mismos que, cansados del abuso de las grandes corporaciones y de las falsas promesas de sus gobernantes, decidieron darle el poder a un personaje tan siniestro como Donald Trump.

Ya en 2008, el país más poderoso del mundo vio cómo su sistema financiero se resquebrajaba. La llamaba “burbuja hipotecaria” se reventó en las manos de los banqueros ante la complicidad de políticos y funcionarios públicos, provocando que miles de familias perdieran sus hogares y su patrimonio.

Casi una década después, las historias que provocó ese colapso nos piden que no olvidemos lo que ocurrió, pero más aún, que estemos atentos porque podríamos estar en camino de que vuelva a suceder.

Cinépolis Distribución, 2017

Cinépolis Distribución, 2017

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Ficha Técnica 

Titulo original: Hell or High Water/País: Estados Unidos/Año: 2016/Director: David Mackenzie/Elenco: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham/Guion: Tylor Sheridan/Música: Nick Cave, Warren Ellis/Fotografía: Giles Nuttgens/Duración: 102 minutos

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